Nombre: Jane Antoniette
Apellidos: Stefanoni Andreotti
familia: Familia de escasos recursos, formada por mi padre, mi madre y mi hermano
edad: 13 años
descripcion fisica o foto en spoiler: Mi cabello castaño claro- casi rubio- y me llega hasta un poco abajo que los hombros, mi estatura es la normal de una niña de 13 años, con el rostro de un ángel, labios carnosos, lo cual me da una característica belleza angelical, mis ojos son azules (Para más información ver avatar y/o firma)
descripcion psicologica: Soy una inocente y angelical pequeña, con facciones angelicales, madura para aparentar mis 13 años, valiente para tener un cuerpo pequeño... poderosa, sarcástica, inteligente, audaz. Soy un poco caprichosa y no me doy por vencida. También soy tierna con quienes quiero.
hobbies:] Pasar tiempo con mi hermano, salir en los días de lluvia, ayudar a mi familia cuando lo necesitan, acompañar a Alec.
gustos: Estar con mi hermano, los días de lluvia, ver en la noche las estrellas.
odios: Que hablen mal de mi hermano, o de mi familia, sentime vulnerable ante los demás.
manias: Divertirme con el dolor ajeno, salvo con el dolor de Alec, lo que le pasa a él me pasa a mí.
lugar de residencia: Italia.
historia: Nací en Italia en un pequeño pueblo italiano, junto a mi querido hermano gemelo, Alec, la vida en este tiempo no era fácil, pertenecíamos a la burguesía, quizá un una pequeña desendencia al proletariado del pueblo, jamás fuimos queridos por las personas ajenas a nuestra familia, es más sólo nos querían nuestros padres -o eso creo- Papá salía muy temprano a trabajar, mientras que mamá nos cuidaba. A los siete años fuimos a trabajar, vendíamos algunos trabajos artesanales de mamá.
Un día acompañamos a nuestra madre a la plaza del pueblo, donde vimos una quema de brujas, tomé la mano de Alec con miedo, el la apretó para que me calmara, diciéndome que jamás nos pasaría eso y yo le sonreí, creyéndole, ese fue el primer contacto con los "brujos".
Íbamos a un pequeño establecimiento educacional, teníamos ya ocho años cuando nos dimos cuenta de nuestros verdaderos poderes, yo me dí cuenta cuando empesaron a molestar a Alec, estaba enojada y dispuesta a golpear a cualquiera de los presentes pero el miedo se hacía presente, me sentía vulnerable y apreté mis puños mirando a aquel chico que maltrataba a mi hermano, observando como lo soltaba y tomaba su cabeza exclamando un grito ahogado, Alec me pidió que parada en un susurro, me desconcentré y vi como el chico caía al suelo, noté un desgaste físico y como mis piernas pedían caer al suelo, pero antes de caer Alec me sostubo.
Una noche Alec me confesó que a él también le ocurría lo mismo que a mí, pero que su poder era al revez que el mío, me lo demostró con una pequeña e insignificante paloma, a la que dejó sin sentido de la vista y esta chocó, ambos reimos divertidos por esa muerte. Era extraño pero, disfrutábamos de aquello.
Mi hermano él era lo más importante para mí, era mi ejemplo a seguir, con su forma tranquila y serena de ser, me sentía segura a su lado, no deseaba separarme por nada de él.
Pasó el tiempo y ya teníamos trece años, éramos mal mirados por los aldeanos, pensaban que éramos brujos por sólo disfrutar de lo que teníamos, les advirtieron a nuestros padres que si nos pillaban en algo extraño no dudarían quemarnos en la hogera. Pero con todo lo que decían de nosotros no nos importaba, sabíamos que no éramos brujos, sólo éramos afortunados por nuestro poder...